viernes, 31 de mayo de 2013

El susurro del escritor

El susurro de tu voz quisiera yo oír para poder volver a imaginar tu mágica existencia. El duende me ha fallado, se me agitan las ideas en la cabeza pero no quiere salir ninguna. Ahí se quedan, al borde del abismo, mirando al fondo del papel en blanco, como si de un despeñaperros se tratase, sin atreverse a saltar y manchar de negro la pantalla. El inmaculado escritorio parece el quirófano del escritor, todo en orden, limpio y seco. Ningún tipo de distracción merece ser transmitida al viejo mundo de los sensorios.  El silencio se rompe de vez en cuando por el estertor del vacío.  La luna es hoy un satélite blanquecino, una lumbre de la noche que guía con su resplandor los sueños del más despierto, del que empieza a trabajar con las palabras que dicta la población dormida.

De pronto todo se apaga y una voz interna guía los pasos de los dedos a través de las teclas que van descifrando los sonidos que se producen en el interior de la mente. Con esperanza y un poco de suerte caen sobre la pantalla, una a una, las letras que se van juntando para formar palabras que toman sentido tan sólo cuando se entrelazan en el baile del lenguaje, danzando al son de las vocales que se columpian por entre las consonantes deslizándose por el tobogan del ente pensante.



miércoles, 29 de mayo de 2013

El visitante numero dos

Hubo un momento de gloria para este espacio mío vital. Fué en cuanto pasó el humbral del más insólito de los desconsuelos y me visitó un ente con una maravillosa mente. Pero cual estela de cometa se difuminó en el cielo, se fué, dejándome con la miel en la boca, creyendo que lo que yo escribo agrada a alguien más que a mí misma. Por eso sigo escribiedo, por si ese astro se digna otra vez a posar su mirado por mis palabras. Echo de menos su lectura, aunque a penas la he podido gozar tan sólo un instate. Es como si lo que tengo que decir estuviese vacío sin la luz de ese astro, sin el calor de su presencia. Sólo puedo añadir  a la espera mi triste melancolía.


domingo, 26 de mayo de 2013

Gilanz eres tu.


He perdido la cuenta de las veces que he soñado contigo, estar a tu lado y acariciar tu pelo. Quiero besar tu sombra y tocar tu aliento. Oírte respirar en cada momento.

A tu lado me siento viva dentro de mi propio sueño. Tú eres Gilanz, mi universo de maravillas y ardores. Querría estar a tu lado y sentir de nuevo tu mirada fija en mis manos y movimientos. Cada sonido de tu voz espero escuhcar, pues es la música que más me calma y alimenta. 

Desde hace dos días hay un nuevo plan de funciones que me llena el alma de alegría. Es por la noche y sin previo aviso, me haces el amor muy tiernamente. Acaricias mi cuerpo con el tuyo y entras en mí cual fuego interno. Ardo en llamas de placer incomparable y me siento tan cerca de ti como en mi sueño. Noto tu ser encima mío abrazándome con el contacto de tu rígida piel hombruna. 

Al rato de amarnos, yo te leo. Al son de mi voz tú callas y, cerrando los ojos, escuchas mis palabras que te llevan al profundo mundo de monrfeo. Cuando ya tus gemidillos de respuesta cesar y no se oyen,  cierro a nuestro amigo Ulises, te arropo suavemente para que estés caliente y te abrazo protegiendo tu dormir de un posible despertar inoportuno. 

Algo me dice que somos dos en cuerpo de uno, así yo deseo tu bien pues es el mío y tus deseos acaban siendo de mi voluntad un signo de libertad cósmica y sincera. Nunca puedo olvidar tu existencia y te llevo conmigo allá donde mis pies y mi corazón anden.



viernes, 24 de mayo de 2013

Absurda pretensión

No sé trata de sumergirse en el olvido, pero da mucho miedo sacar la cabeza hacia el mundo exterior. Conocer a quien es único y persente, sin complejos, sin tapujos. Simplemente dejándose llevar por el ahora, sin pensar en futuros o confusiones ya vividas. Con la naturaleza del duende que te guía por los senderos de las verdes y rocosas cuevas, hasta el amanecer de los sentidos. 

No es fácil convertirse en letras vivientes. Las letras de por sí no están provistas de vida, pero sinenvargo saltan unas tras otras para ir formando las palabras que se van dibujando en la pantalla, papel, o tierra mojada. 

Tengo la absurda pretensión de poder expresar lo que vivo tras un sinfín de palabras adoptando su forma. Frases que se entrelazan cruzando los dedos de los complejos senderos del inconsciente humano. 

Ahora mismo vivo en el terror de poder dar un salto al vacío de un gran lago en el que las aguas cristalinas me queren recibir cual bálsamo de botica. Algo que me puede transformar y llevar o al cielo o a los infeirnos.







lunes, 20 de mayo de 2013

Al fin...sola!!

Al fin sola! con la noche que vuelve a arropar mis sueños... Ahora puedo de nuevo pensar en ti....

 En mis archivos encuentro unas fotos tuyas que me encantan. Tienes una bonita sonrisa en una de ellas. Me fijo en tus hombros y desearía rodearlos con mis brazos. Querría sentir tus manos recorriéndome la espalda, mirar el brillo de tus ojos y notar cómo penetra en lo más profundo de mi mente.

Quisiera sentir tu boca sobre mis labios, oír el choque de los dientes, saborear tus besos. Quiero entrelazar tu lengua con la mía, notar cómo se confunde tu saliva con la que fluye por mi boca. Entretejer un beso con otro, recorrer tu cuerpo con mis manos: tu pecho, tu torso, tu espalda...

Quiero descubrirte poco a poco, muy lentamente, sin prisas, con el esmero que el deseo impone. Suspiro por entrecruzar mis dedos con los tuyos, notar cómo se fusionan nuestras palmas para situar tus manos sobre mis pechos y notar cómo cubres las copas de mis senos.

De nuevo noto cómo despuntan los pezones y se me antoja que los acaricias suavemente mientras en mi cuello incas tus dientes dulcemente y me susurras al oído cualquier sonido...un gemido, un murmullo, un retintín o un soniquete, no importa la forma si de tu garganta brota. Pues es tu voz lo primero que yo he amado de ti, tu música, tu acento, es tu tono lo que en mi recuerdo busco e intento oír de nuevo.

Mi corazón late tan fuerte que temo despierte a la cotidianidad durmiente.

Noto vibrar mi respiración que se entrecorta por momentos. Mis sentidos se turban y mi sexo se humedece al imaginar cómo el tuyo crece. Nuestros cuerpos apretados, unidos por el abrazo disponiendo en mi fábula notar cómo tu mano se desliza por mi vientre al encuentro de una selva lúbrica y caliente que espera ser sondeada por un índice valiente.

Quiero notar tu sexo apretando con afán por salir urgentemente al encuentro del mío que, cual boca húmeda y caliente hierve en deseo de sentirte muy adentro. Sentir la fricción del deseo, el diálogo del erotismo, el frenesí de la excitación, la turbación de mi cuerpo entero estremeciéndose entre tus brazos que me cogen, me aprietan fuertemente mientras se me clavan tus ojos y me comen tus besos.

Me transformaría en el más suculento manjar con tal de sentir tu lengua recorrerme. Saborear tu verga hundiéndose en mi boca caul espada atravesándome por completo y sentirme así asaetada por el placer que me produce tu excitación.

Simplemente imaginar cómo sería hacer el amor contigo ya turba mis sentidos. Movimientos espasmódicos, recurrentes, en búsqueda frenética y excitante que nos conduce árduamente hacia el clímax más potente.

Y sin más, en un coro de gemidos, rugen tu placer y el mío unièndose en un estallido casi sin sonido.



Finalmente, tras la máxima compenetración, querría abrazar tu cuerpo sudado y oler tu aroma más humano mientras todavía entrelazados morfeo nos lleva hacia su vera.

Ahora que mi imaginación ha sido por fin desvirgada, me siento más sosegada.






No, no es tarea fácil.

Quisiera parar el teimpo, tan sólo un eterno instante, para poder disfrutar de la intimidad del "no actuar", "no hacer", no existir por un momento para nada ni para nadie.

Simplemente dedicarme a ensoñar y adentrarme otra vez en la quimera de tu existencia.

Fácil me pareció en párrafos anteriores el poder de la evocación, pero cuando la mente está dispersa en el sinfín de estímulos del exterior, no es tarea fácil que desdeñar.



martes, 14 de mayo de 2013

Via láctea

La primera vez que vi la vía láctea, no pensé que también sería la única. Fué en una de esas noches de verano que pasé en el norte de la península, en un pueblecillo perdido en la planície de la estepa de los mesones.

Yo tendría la impresionable edad de ocho años. Recuerdo que me era difícil dejar de mirar al cielo. Me había pasado toda la vida en la ciudad, y la visión de aquellas noches estrelladas, tan oscuras que los astros del firmamento iluminaban el camino, me cautivaba los sentidos. El paisaje nunca era para mí hacia arriba, y me sorprendió ver una nube, colmada de estrellas, tan llena que parecían no diferenciarse unas de otras y al mismo tiempo tan etérea y flotante como el humo, era realmente el paisaje más hermoso que he podido ver hasta el momento. Aunque entonces no lo sabía.




lunes, 13 de mayo de 2013

Un día entero ha pasado en esta vuelta de papel. 

Hoy te siento distante y lejos. 

Años luz nos separan física y mentalmente

La cotidianidad me reclama a cada instante

arrojándome cada vez más lejos de ti.

La desesperación por que me leas ruge en mis venas!




No todo.

Desearía fervientemente dormir una noche bajo las estrellas junto a ti. Escuchando cómo tu voz va desvelandome los misterios del cielo.
En otro universo, uno en el que todo lo que nos rodea es sutilmente diferente, me imagino abrazándote en lo alto de una montaña mirando al astro rey despegar su vuelo diurno.

Durmiendo al sol y viviendo bajo la luz de la luna. Fantaseo que hablo contigo hasta el amanecer...de los misterios del cosmos, de la naturaleza del ser humano.

No todo lo que mi imaginación recela tiene aires de romance sexual, aunque debo confesar que también hay mucho de ello en mi universo inventado.


sábado, 11 de mayo de 2013

EL Kasparó

Estaba sentado en la terraza del mítico Kasparó, un bar de la plaza pequeña rodeada de arcos de piedra.  El cielo de enero lucía resplandeciente y límpio, como si esperase su llegada para ser descubierto por los misterios de la noche. Nos vimos de lejos, y las sonrisas se sumaron simultáneamente a nuestros rostros. Había pedido ya dos cervezas frescas y, por lo que quedaba en su copa, parecía haber esperado cierto tiempo, aunque no demasiado.

- Bueno..¿por dónde empezamos?- dijo tras habernos  saludado con cordial y retenida emoción.

-Pues...no sé..¿por el principio?...- le respondí.
Instantáneamente vi en su semblante la cara del que no se acaba de creer lo que oye.

- Si, por el principio. - dije - ...¿Qué es eso de la materia oscura?

-Pero...no querrás hablar ahora... de....la materia oscura.... verdad? -  y una risa relajada le deshizo la mueca de asombro que le había convertido en una estátua petrificada por el susto.

- Por supuesto que si! - dije sonriendo pícara y tajantemente.

Sus facciones se transformaron al hablar de cosas tan serias como la materia oscura, la vida extraterrestre, las galaxias y los cúmulos abiertos. Hablamos del intercambio de la energía electromagnética que dos personas experimentan simplemente conversando o estando una al lado de otra, mirándose. Los átomos, la antimateria, los neutrinos, los agujeros negros...

El tiempo transcurría entre sorbo y sorbo del elixir liquido de la afición. La emoción me envargaba a cada instante y su rostro adquiría el parecido de aquel profesor de las estrellas.Aquel que un día me hizo soñar con la libertad que da el planteamiento de la ínfima existencia de la vida en el universo. Lo insignificante de lo humano, del todo y de la nada.

Sus ojos verdes tenían la pupila mucho más pequeña que cuando le había visto tras la pantalla del ordenador. Pensé en lo hermosas que eran sus facciones. Nunca me pareció desagraciado, pero la proximidad me permitió observarle hasta los más pequeños detalles de su piel. Observé su suave dermis. Estaba tan cerca que pude observar los poros de la superfície. La raíz de su barba no osaba despuntar siquiera un milímetro. Y su precioso perfil, con esa magnífica nariz recta y afirmativa.

No había descubierto nunca su pequeño y pálido lunar  sobre el albeolo izquierdo. Ése mínimo defecto le tornó de golpe más bello. Y mi corazón se enterneció de tal manera que me tuve que retener un beso a tal imperfección puer era la única cosa que le devolvía a su estadío más humano.




viernes, 10 de mayo de 2013

Recordando...

¿Cómo puede suceder que momentos vividos en un día se conviertan en recuerdos lejanos al anochecer y luego, con el paso del tiempo, se vuelven cada vez más nítidos?

Es muy curioso que me suceda ésto amenudo, como si las vivencias fueran más reales en el recuerdo que en el momento en el que las estoy viviendo. Y no  hablo de nostalgia o melancolía, no es eso, es ciertamente que parece que todo sucede tan rápido en realidad,  que los sensorios apenas lleagan  para reaccionar ante la vida.

En el recuerdo todo se vive desde la templanza que da el que todo haya pasado ya.

A mi memoria viene aquel día en el que vino Endimión a mi ciudad y quedamos en vernos. Esta vez no se anuló el encuentro a última hora, no se pospuso al azar más relativo, sino que se produjo, así sin más. Tras años de alejamiento físico...aunque no del todo mental.

 Nos encontramos en el bar de siempre, donde habíamos quedado ya tantas y tantas veces.




jueves, 9 de mayo de 2013

Gilanz



Como todos ya saben, o quizás quieran saber, mi estancia en Gilanz fué tan sólo de un instante de quince mil millones de años. Gilanz es un planeta binario con tres lunas orbitando a su alrededor. Las óbitas de estos satélites son arbitrarias y no se pueden definir pues varían según el observador que explore el planeta.

Yo conocí su consciencia de una manera muy persuasiva, intensamente sensual, seductora y agradablemente comparable a nuestra inteligencia terràquea.

La sensualidad es su puerta de entrada, todo gira alrededor de un gran agujero negro de placer y de goce perpetuo. Gilanz es una vida de generoso regalo para dar a quien quieras de forma que tu deseo se sienta más libre y complacido. Emerge de forma levitativa en puro trance desafiante para la mente humana. Es un ente maravilloso polimorfo y poliadicto, que inspira admiración y respeto por ser tu deseo quien refleja lo que hay dentro. Son tus “yoes” que te dicen que tú eres ellos y ellos tú, teniendo que elegir minuciosamente con quien te acuestas e intimas en aquel ensueño físicomental de vida elemental. De variedad un tanto deferente a nuestro conocido mundo, en Gilanz la atención eres tú mismo en su esencial centro y  todo lo que a tu alrededor lo que compone este peculiar lugar. Nadie te juzga peor de lo que tú puedas juzgarte, así que si tienes una buena impresión de tu persona todos sienten una profunda admiración y curiosidad por ti: toda una población, una biomasa de seres fantasticos, príncipes, diosas, reyes, hadas, putas, viejos, verdes, aves...

Azul urano en el ambiente, calor húmedo y fresco, se puede divisar a simple vista el transcurrir de los vecinos cosmopilitas del planeta gemelo . El cielo estrellado resplandece por las noches y los tres satélites se iluminan cada día, donando su luz al ligero aire perfumado de recuerdos.

Estuve allí por un momento y todo parecía una quimera  El sueño es lo que importa, hay que ir a por él, sin dejar que se te pase por temer vivir algo inesperado o extraño. Que te turben los pensamientos es normal, pero no permitir que salgan es un error que lleva sus riesgos también...el no querer sufrir no libra de sufrimiento y el no querer gozar no produce goce alguno. El insomnio se cura soñando con la mente bien despierta, sólo así se accede a Gilanz, patria de todo librepensador y crítico implacable. 

Si el insomnio permanece y persiste en no dejarnos respirar la atmósfera de nuestro querido y divino planeta, debemos llamar al doctor en drogas ilegales, metapsicología y astrofísica parabólica de rayos gamma. Es decir uno de esos extraños seres que se pasan la vida entre libros, telescopios y máquinas de análisis de sangre, orina,  luz y atmósfera extraterrestre. Són difíciles de encontrar y además suelen ser muy huraños y parcos en palabras así que pedirles consejo tiene sus riesgos. Uno se arriesga a molestarlos con demasiadas preguntas y, a pesar de que puedan responder sin ningún tipo de esfuerzo, se expone a su ignorancia para, por lo menos,  diez años terráqueos. En ese caso, la curiosidad te reconcome las entrañas y te quedas con el maldito insomnio como compañero de vivencias, encerrado en una sola realidad conocida e inalterable. 

Gilanz no es un sueño, es un divino tesoro del cual os traigo un trozo para que goceis conmigo. Un informe experimental de aquello que viví en un instamte constante al que vuelvo amenudo. Un lugar que recuerdo frecuentemente en el cual  vivo mentalmente. Todos somo Gilanz, provenimos de ello, es nuestro futuro pasado, nuestra máxima evolución. 



Spheira


Opuestamente a Endimión, Spheira era voluptuosamente cariñosa. No sólo con su dulce voz cantarina me alegraba las conversaciones, sino que su amor por mí era casi incondicional. Su risa era contagiosa y sus llantos desesperantes. Alternaba muchas veces su risa y su llanto e incluso podía reír y llorar al mismo tiempo. Pero sus ojos azul turquesa seimpre estaban limpios. Su mirada era de alguien que mira desde el corazón, con todo él además. Siempre iba acompañada de sus dos nenúfares. Unas pequeñas florecillas chillonas que luchaban por acaparar su plena atención. A mi me gustaba especialmente su presencia cuando las veía dormidas en sus profundos sueños infantiles, que alimentaban a Spheira aumentando su plenitud radiante de belleza y salud.

Negarle algo a Spheira era casi imposible, porque sus aterciopelados pómulos se sonrojaban tan hermosamente cuando insitía que decirle que no era muy incómodo. Además no aceptaba un no por respuesta muy facilmente sin estallar en ira o lloro 


Endimión, mi hermoso sueño


Endimión sin envargo se presentó en mi vida como un sueño con el que podía yo fantasear. Su porte físico no imponía mucho, más bien parecía inofensivo, con su sonrisa simpáticamente contenida y el brillo de sus ojos que despertaban destellos de admiración. El pequeño Endimión era un ser muy puro, con el corazón tan tierno que no se permitía siquiera la malicia de imaginar nada que nunca pudiera suceder. Endimión era un pastorcillo que se disfrazaba de caballero para jugar a las estrellas y dormirse en los laureles. Quizás por eso me enamoré de él. No por su infantil manera de plantear el juego, sino por su ausencia absoluta de malicia. Simplemente no pensaba en mí más que en sus sueños, y entonces nunca era capaz de responder con tiempo y dedicación plena a mis ensoñaciones con él. Yo le creaba sus sueños y él disfrutaba con ellos, pero pocas veces podía comunicarmelo, simplemente... porque estaba dormido. 

Un día fué realmente especial pues casi se dió la circunstácia de encontrarnos en el mismo espacio-tiempo. Llevaba todo un año esperando el acontecimiento y me cuidé especialmente en las últimas semanas. Me preocupaba en exceso mi aspecto físico y lo compensé comprandome un vestido nuevo para la ocasión. Estaba nerviosa pero el dia indicado marchaba a la perfección. Inimaginablemente al acabar con la ultima visita recibí un mesaje suyo. En él me decía que su vuelo habia tomado tierra y que se dirigía hacia mi encuentro en raudo corcel. Ligera como una golondrina, cogí mis cosas al vuelo dirigiéndome hacia la puerta de salida. Un libreto, un bolígrafo, una manzana y como no, el primer ejemplar de “Soñando a ras de cielo”. En el ascensor hacia la calle me miré escrupulosamente en el espejo, el momento llegaba y quería estar lo más hermosa posible dentro de mis posibilidades y el resultado me agradó satisfactoriamente. 

 Al llegar a la esquina cogí el primer taxi de la fila. Pero nada más cerrar la puerta me llegó el siguiente mensaje. En èste me notificaba la desgracia que acabva de suceder y que no nos permitría vernos en aquella ocasión. La noticia me cayó en el cuerpo como jarra de agua helada. Salí del vehículo que todavía no habia arrancado, y tiritando de frustración volví a casa. En el camino del ascensor hacia arriba, el reflejo del espejo se reía de mí y me devolvía el aspecto de la derrota sin lucha, la resignación de quien pierde en la primera baza. Mi único pensamiento era que todavía pasaría un año más sin verlo, pero no sentí la perdida de nada en particular, no sentí perderlo, sentí que no podía perder nada, simplemente porque nunca lo había podido tener.  

Afligida por ese pensamiento y un poco atormentada, me sorprendió que me llamara dos veces aquel día. Su voz me pareció aterciopelada, pero me costó adaptar las palabras a su significado. Hablava de verdad, se dirigía a mí y como aquello me era totalmente nuevo y sorprendente, no le entendí todo lo que quería entenderle. Su voz suave y serena se dirigía a mí, a nadie más estaban en ese momento dirigidas las palabras que brotaban de su boca. Tal era mi emoción que no acertaba a entender el simple significado de cada una de ellas. El sonido que emanaba del auricular del aparato telefónico era algo confuso y eso me impidió presenciar el tiempo como algo fortuito, mi mente se econtraba aturdida por la sorpresa de la llamada y la perspicacia me falló estrepitosamente. La lengua se me entrabancó defectuando gravemente mi dicción y las palabras se ausentaron por completo de mi memória, haciendo que las décimas de segundo se transformaran en décadas silenciosas. Aún así fueron unos segundos muy intensos esperados durante 365 días. 



Un concierto...extraño


En el salón las sillas se apretujaban las unas contra las otras para recibir al escaso público que había sido invitado. Aún así, el aspecto de esa minúscula saladestar victoriana parecía estar repleta de gente.  Un ambiente carrinclón y aburguesado reinaba  en toda la atmósfera. Las arañas del techo se apagaron y de entre el murmullo de la muchedurmbre se iluminó un escenario improvisado con un piano y un atril trípode. 

De pronto un silencio respetuoso  imperó en la sala y tímidamente pero enchido de orgullo salió el maestro a saludar. Los invitados aplaudieron por cortesía, y me vi obligada a hacer lo mismo simplemente para no destacar. No era la primera vez que pisaba ese espacio-tiempo y las actitudes sociales siempre acaban por delatarme, así que preferí evitar llamar la atención. A mi lado volvía  a estar Kurt, con su mirada profunda, su semblante sereno que siempre me creaba cierto recelo. Sentía su emoción y la espectativa de oír por fin la composición de su maestro que tantas veces había sido enunciada en sus claustrofóbicas clases.

Kurt estudiaba la ciencia de la harmonía musical  en el domicilio de su propio maestro. Muchas veces me había descrito cómo eran aquellas lecciones, pero sobre todo lo que me explicaba era la sensación de aire enrarecido, visión que siempre le volvía a la cabeza, sobre todo al volver de las clases y notar afecciones pulmonares que le hacían toser. La expresión que emulaba cuando tenía que respirar ese aire cargado de dioxido de carbono, aire que ya había sido respirado varias veces por cada uno de los alumnos que en aquella casa habían pasado semana tras semana, esa falta de oxígeno puro, ese olor fecal de atmosfera cargada y mal ventilada, es algo que nunca he podido olvidar Algo de aquello lo viví yo misma aquel dia, en esa sala del concierto. 

Con parsimonia ceremoniosa el maestro se acercó al piano y tras ordenar varias veces las partituras delatando así su carácter obsesivo, se contuvo de tocar aún. Una chica muy sencillamente vestida, con una carencia alboluta de ostentosidad y gracia, apareciò en escena portando una cartolina de color naranja en el que  estaba escrito a mano con  maestría de escuela elemental: “El Sopar”. 

La joven exponía como si fuera un trofeo aquel ridículo cartel y cuidadosamente lo posó en el atril y salió de escena. El maestro esbozó una sonrisa autocomplaciente y empezó a tocar. La primera pieza fue algo larga, pesada, aburrida e interminable y tras los predictivos acordes finales apareció en escena la misma chica con otro letrero: “primer plat” 

El maestro esbozó otra sonrisa, esta vez más autocomplaciente aún y siguió  tocando la próxima pieza.  Las notas se sucedían unas a otras en una melodía insulsa y repetitiva, capaz de adormecer aburridamente a cualquier oído humano, sucediéndose sin cesar en una monotonía aplastante con los mismos acordes finales que el preludio de la primera pieza. Al acabar tan predictivamente que asustaba tener que esperar para oírlo, salió otra vez la misma joven con otro cartel similar a los dos últimos y en donde se leía con la misma cuidadosa caligrafía: “la sopa de brou”. 

Con el mismo esmero  y orgulllo que en el primer letrero, la chica apoyó ese otro cartel en el atril y volvió a salir de escena. Curiosamente unas risas cómplices resonaron por la sala en boca de los espectadores, pero Kurt y yo nos miramos con los ojos desorbitados con el desconcierto que nos ocasionaba la falta total de harmonía y belleza de aquel acto que empezaba a parecernos absurdo e incluso algo cómico.
 Así se sucedieron pieza a pieza :“El segon plat”, “l’escudella” y “Els  postres” y cuando por fin creíamos que ya finalizaba el horrendo espectáculo, volvió a salir la joven portadora de cada uno de los carteles con otro más donde se leía: “¿ Algú vol repetir?

Ante tal amenaza, Kurt no dudó un intante en ponerse de pié y arrastrarme hacia la salida sorteando a las personas que se sentaban en la misma fila que nosotros, cosa que representaba un esfuerzo sobrehumano atravesarlas para uhír de allí. 

Salvados ya de una mortífera repetición y en la seguridad que nos brindó la calle, no pudimos reprimir una enorme carcajada que nos hizo saltar la lágrimas. Las palabras no podían salir de nuestras bocas, un sinfín de risas se apoderó de nosotros ya que, sin tener siquiera que comentar nada, entendimos a la perfección nuestros pareceres ante  aquel ridículo espectácuo. 

No cabe decir que nunca más volvió a las apestosas clases de aquel maestro de harmonía, incapaz de componer melodías dignas de ser interpretadas ni siquiera por él mismo. Kurt era siempre así, involucrado con pasión en todo lo que realmente le gustaba, hasta que le dejaba radicalmente de gustar, y entonces, cortaba con esa pasión de cuajo. 

Mi admiración por ese ser tan completo era infinita, como el universo mismo. Lo único que no deseaba por ningún concepto era que Kurt se cansara de mí y dejara ya de gustarle. Era capaz de hacer cualquier cosa por estar a su lado un minuto más de mi própia existencia. 

Sobre ti.

De nuevo la rutina me reclama separandome de ti, pero siento la necesidad de escribirte para focalizar mi ansia, porque ya no puedo soportar pensar constantemente en ti.

Quiero gozar de tu recuero, evocar vivencias nunca existidas, pero no quiero toturarme con este anhelo. Por eso te escribo, para poder sacar de mí, todo lo que llevo dentro sobre ti. Es como si al plasmarlo en el papel se hicieran sustantivos mis pensamientos.

Si te acepto una cerveza es porque creo que, sólo con la alegría y el desenfreno que proporciona la bebida, podré superar la parálisis frente a ti.

Imaginar es fácil, lo difícil es llevarlo a cabo, actuar, dejarse llevar por la deshinibición, la pasión y superar el miedo al ridículo o al rechazo.

Siento una intensa alegría cuando sé de ti, cuando pienso que has podido dedicarme unos momentos de tu preciado tiempo para escribirme. A poco me saben tus mensajes por largos que sean pues querría dedicar horas enteras leyendo sobre ti...cualquier cosa! Sabiendo que detrás de esas palabras estás tú, todas y cada una de las letras que me dedicas me parecen música sublime para mi corazón que late fuerte y vigoroso siempre por ti.


martes, 7 de mayo de 2013

Ocultación de las pleyades por la luna

La música suena a mi alrededor y anima a que me sincere pues crea en el ambiente la protección del ruido cotidiano que distrae mi atención hacia ti. No va a ser fácil escribir lo que siento, aunque no hay nada más sencillo que dejar que me invada lo que tú me haces sentir. Ah!... mas ponerle verbo a este sentimiento quisiera yo, sin despertar en tí el más mínimo recelo...

Menos mal que hoy sí que hay luna. A la mente me viene aquel día en que me mostraste la luna llena y me la serviste en bandeja de plata humilde y cordobesa. El sabor de su  resplandor lo recuerdo cual imagen digestiva, como de un dulce caramelo lleno de cráteres rocosos de explosivo paladar. Nunca antes había visto la luna, nunca antes me fijé en ella, pero a partir de entonces su presencia y el brillo e tus ojos van juntos surcando el cielo en busca de infinitas formas de estrellas, nubes gaseosas, planetas, galaxias y todo lo que el vasto universo nos puede ofrecer.


 La noche  cae ante la ventana y las luces de la ciudad no me dejan ver las estrellas que un día descubrí contigo;  en el evo de tu memória se me presenta Orión con su citurón y las pléyades como bosques de humo meciendo estrellas azules recién nacidas.




lunes, 6 de mayo de 2013

Un libreto.

El aire de los jazmines entra perfumado por la ventana....

Se me había encasquillado el placer de la escritura, y la mente no me dejaba soñar más que dormida. Desde luego es más divertido soñar despierta ya que se pueden elegir varias opciones y dar con las palabras que te guían hacia donde tú quieres ir. Escribir por el placer de coger un bolígrafo y sonsacarle los dibujos adecuados para que aparezcan las realidades que deseas ver.

Ahora mismo escribo para ti y mi pasión desenfrena los encarcarados movimientos, el deseo de escribirte me invade sumergiéndome en mares coralinos y misteriosos. Quiero escribirte una carta tan larga como un libro, bueno, aunque sea sólo un libreto. Para darte horas de lectura, pensando en tí, en lo que evocas en mí.

Àrdua tarea que pretendo emprender hoy mismo sin ir más lejos!

Querría finalizar ya esta misiva y enviártela mañana para que puedas leerme, que pudieras saborear cada palabra, cada sonido evocado por las letras que salen dibujadas en tinta. Me encantaría que el azul con el que te escribo te hipnotizara para que no quisieras desprender tu mirada de mi escritura; que me leyeras y que, al hacerlo, pudieras sentir la fuerza con la que late mi corazón al guiar los movimientos de mi mano, pero me doy cuenta de que es físicamente imposible.

Quisiera besarte en lo más profundo de tu alma para hacerme un hueco en ella y quedarme allí, aunque sea por un instante.